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La inclusión en la educación
No es posible hablar de inclusión pese que en muchos proyectos educativos se encuentra esta frase que constituye eslogan que lo posiciona como un valor, así algunos colegios publicitan ser inclusivo. Ahora bien, no es inclusivo un colegio que tiene un poderoso sistema de selección de estudiantes, en gran medida selecciona también a la familia del educando, dicha selección genera desigualdad, dejando fuera precisamente a los que tienen mayor nivel de inequidad social, por tanto seleccionar para homogenizar y segmentar no es una acción inclusiva.
Ser inclusivo se trata de acoger la diferencia y esto
requiere valor, pero es imposible para
en un sistema educativo privatizado (bien de consumo), homogenizado,
uniformado y estandarizado mediante la imposición de contenidos
y evaluaciones comunes, siendo la vida
al interior de los colegios un permanente desafío de sobrevivencia para muchos
educando que deben soportar hasta bullying o acoso escolar, violencia que puede
ser hasta en cierto sentido el mensaje oculto de la misma institución escolar
altamente sectaria y excluyente, hegemónica visión que se expande por todos sus estamentos.
El desafío es avanzar en una educación pública gratuita y de calidad, inclusiva por supuesto, ese es el gran desafío que tenemos como nación, solo permitiendo el acceso igualitario a la educación, las nuevas generaciones tendrán la posibilidad de participar de los bienes sociales y económicos en igualdad de condiciones, es decir esta educación pública debe superar la segregación y las asimetrías que se inician con el actual sistema educativo privatizado mercantil que mantiene altos niveles de desigualdad.
El desafío es avanzar en una educación pública gratuita y de calidad, inclusiva por supuesto, ese es el gran desafío que tenemos como nación, solo permitiendo el acceso igualitario a la educación, las nuevas generaciones tendrán la posibilidad de participar de los bienes sociales y económicos en igualdad de condiciones, es decir esta educación pública debe superar la segregación y las asimetrías que se inician con el actual sistema educativo privatizado mercantil que mantiene altos niveles de desigualdad.
La educación de mercado, como la nuestra desvaloriza
la diferencia, por ello homogeniza y
estandariza el currículum, por tanto es evidente que la diferencia constituye
una carencia que no es posible asumir por incómoda y por anormal. No obstante
la diferencia es parte de la realidad social y cultural, siendo precisamente el
sistema educativo la posibilidad de inclusión, éste hace todo lo contrario y no cumple con el
deber moral de eliminar o al menos atenuar las desigualdades y los resultados
en los aprendizajes.
Proponer lo más normal, es una excepción hoy, que los
colegios privados hagan lo suyo, claro con sus propios recursos desde luego y a su
vez lograr una educación pública a cargo del Estado y que los estudiantes se
eduquen juntos y tengan un currículo flexible que se pueda ajustar y enriquecer
en función de las características de la oferta educativa, como son los colegios
técnicos y de capacitación laboral, además un currículum que considere las necesidades
de aprendizaje de los alumnos, calendarios escolares flexibles según los
contextos en los cuales los estudiantes y su familias están insertos, métodos
de enseñanza culturalmente pertinentes, todo esto requiere un
financiamiento que supere la actual subvención
por asistencia y ley SEP (subvención
escolar preferencial) que ha tenido
enormes vacíos. El progreso y aprendizaje de los alumnos, no depende solo de
sus características personales, sino del tipo de oportunidades y apoyos
que les brindamos, en este caso que les
negamos por la reducción de la responsabilidad social del Estado en la Educación, son condiciones de inestabilidad social, no en vano tanta manifestación que reaccionó frente a un sistema educativo en crisis.
FILOSOFÍA DE LA PRAXIS.
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